ORNITHORHYNCHUS ANATINUS
El ornitorrinco (Ornithorhynchus
anatinus) es una especie de mamífero semiacuático endémico del este de
Australia y de la isla de Tasmania. Junto con las cuatro especies de equidna,
es una de las cinco especies que perviven en la actualidad del orden de los
monotremas, únicos mamíferos actuales que ponen huevos en lugar de dar a luz
crías vivas. Es el único representante vivo de la familia Ornithorhynchidae y
del género Ornithorhynchus.
La extraña apariencia de este
mamífero ponedor de huevos, venenoso, con hocico en forma de pico de pato, cola
de castor y patas de nutria desconcertó a los naturalistas europeos cuando se
lo encontraron por primera vez, llegando incluso a ser considerado por algunos
como una elaborada falsificación. Es uno de los pocos mamíferos venenosos; los
machos tienen un espolón en las patas posteriores que libera un veneno capaz de
producir un dolor intenso a los humanos. Sus características únicas lo
convierten en importante sujeto de estudio en el campo de la biología
evolutiva, así como un símbolo reconocible e icónico de Australia; ha aparecido
como mascota en acontecimientos nacionales y aparece al dorso de la moneda de
20 céntimos australiana. El ornitorrinco es el emblema animal del estado de
Nueva Gales del Sur.
Hasta principios del siglo XX se
lo cazaba por su piel, pero actualmente está protegido en todo su ámbito de
distribución. A pesar que los programas de reproducción en cautividad han
tenido un éxito bastante limitado y que es una especie vulnerable a los efectos
de la contaminación, no se considera que se encuentre bajo amenaza.
Veneno
Aunque tanto los machos como las
hembras nacen con espolones en el tobillo, sólo los del macho liberan veneno,compuesto
principalmente por proteínas similares a defensinas (DLP), tres de las cuales son
únicas en el ornitorrinco. Las defensinas son producidas por su sistema
inmunitario. A pesar que el veneno es lo suficientemente potente como para
matar animales pequeños, o incluso perros, no es letal para los humanos, aunque
tras una picadura pronto aparece un edema alrededor de la herida que se
extiende gradualmente por el miembro afectado y causa un dolor tan intenso que
ni siquiera puede ser calmado con morfina. La información obtenida de los
estudios de caso y pruebas anecdóticas indica que el dolor se transforma en una
hiperalgesia de larga duración que persiste durante días o incluso meses. El
veneno se produce en las glándulas crurales del macho, unas glándulas
alveolares en forma de riñón conectadas al espolón calcáneo de ambas patas
posteriores a través de un conducto con paredes delgadas. Las hembras, al igual
que en los equidnas, nacen con púas rudimentarias que no se desarrollan y caen
antes de que lleguen a alcanzar un año de edad y carecen de glándulas crurales
funcionales.
El veneno parece tener una función
diferente a la del producido por especies no mamíferas; sus efectos no suelen
ser letales, pero son lo bastante potentes como para debilitar seriamente a la
víctima. Puesto que sólo los machos producen veneno y la producción aumenta
durante la época de apareamiento, se teoriza que es utilizado como arma
ofensiva para hacer valer su dominio durante este período.
Electrolocalización
Los monotremas son los únicos
mamíferos de los que se sabe que tienen un sentido de electrorrecepción;
localizan sus presas, en parte, mediante la detección de campos eléctricos
generados por las contracciones musculares de éstas. La electrorrecepción del
ornitorrinco es la más sensible de todos los monotremas.
Los electrorreceptores están
situados en hileras rostrocaudales en la piel del hocico, mientras que los
mecanorreceptores (que detectan el tacto) están distribuidos uniformemente por
el hocico. La zona electrosensible de la corteza cerebral se encuentra en el
área somatosensorial táctil, y algunas células corticales reciben estímulos
tanto de los electrorreceptores como de los mecanorreceptores, lo que sugiere
una asociación estrecha entre los sentidos de electrorrecepción y del tacto.
Tanto los electrorreceptores como los mecanorreceptores del hocico dominan el
mapa somatotópico de su cerebro, del mismo modo que las manos humanas dominan
el mapa del homúnculo cortical de Penfield.
Puede determinar la dirección de
una fuente eléctrica, posiblemente comparando diferencias en la intensidad de
la señal a lo largo de la capa de electrorreceptores. Esto explicaría el
movimiento característico de la cabeza del animal de un lado a otro cuando sale
a cazar. La convergencia cortical de los estímulos electrosensoriales y
táctiles sugieren la existencia de un mecanismo para determinar la distancia de
las presas que, cuando se mueven, emiten tanto señales eléctricas como pulsos
de presión mecánicos, lo que también permitiría calcular la distancia a partir
de la diferencia en el tiempo de llegada de las dos señales.
El ornitorrinco no busca alimento mediante
la vista o el olfato, cierra sus ojos, oídos y nariz cuando se zambulle, y
excava con el hocico en el fondo de riachuelos. Los electrorreceptores de su
hocico detectan los pequeños movimientos de sus presas al distinguir los
objetos animados de los inanimados en esta situación en que los
mecanorreceptores están constantemente estimulados. Las presas generarían
minúsculas corrientes eléctricas con sus contracciones musculares que podrían
ser detectados por sus sensibles electrorreceptores. Se ha demostrado
experimentalmente que el ornitorrinco reacciona ante un «camarón» artificial si
se hace pasar una corriente eléctrica débil a través de él.
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